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Domingo, 13 de mayo, 2001 - AÑO 11 - Nro.469
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El asesinato del cabo Curbelo dejó solo al jefe Bonetti

Se cumplen tres años de la última rebelión policial

"Si la historia de lo sucedido en Tres Bocas hace tres años fuera llevada al cine, todos dirían que se trata de una fantasía. Pero fue real como el asesinato del cabo Curbelo. Hoy se cumplen tres años de la última rebelión policial en el departamento de Río Negro. El día antes, 12 de mayo de 1998, había muerto de un balazo en el pecho, en la comisaría de Tres Bocas, el cabo Ricardo Alejandro Curbelo. El jefe de Policía de la época, el veterinario Ernesto Bonetti, prohibió a toda la Policía de su departamento concurrir al sepelio del compañero. Pero toda la Policía ignoró esa orden y acompañó los restos de Curbelo hasta su última morada.

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Negocios paralelos en la comisaría de Tres Bocas. El freezer guardaba una cabeza de jabalí.

"Esta es una asignatura pendiente de Luis Hierro López, quien era el ministro del Interior de la época y no hizo nada por aclarar el asesinato del cabo que se pretendió hacer pasar como si fuera un suicidio", dijeron policías de San Javier.

El hecho, que causó conmoción y que aún no se ha saldado en la órbita judicial, es que la muerte del cabo Curbelo fue cerrada como suicidio, pese a que existen pruebas concluyentes de que fue un homicidio. Es que la Justicia tiene rincones insondables donde se esconde la impunidad.

Comisaría, se alquila

El caso se inició a comienzos de 1998, cuando el jefe Ernesto Bonetti arrendó la comisaría de Tres Bocas y las cuatro hectáreas del predio lindante a un particular con antecedentes penales. Mediante este insólito negocio, el beneficiado Wilfredo Casafuz Ducamp, de 37 años, con 8 antecedentes penales, pudo instalar en la comisaría un negocio agrícola ganadero y esconder allí un matadero clandestino donde Cazafuz había instalado un freezer para guardar la carne proveniente del abigeato. Jamás se había visto una corrupción tan desembozada.

Como no podía ser de otra manera, el comisario Guillermo Bertullo, a cargo de dicha repartición, se opuso a un negocio tan irregular que lo colocaba como cómplice de un simple cuatrero y matarife clandestino. El comisario ordenó el retiro del freezer y el jefe Bonetti montó en cólera, disponiendo su inmediato arresto a rigor por diez días.

Durante el arresto del comisario, se hicieron cargo de la comisaría el sargento Cardozo y el cabo Curbelo, pero estos también rechazaron la carnicería ilegal instalada en la comisaría y fueron sancionados como Bertullo.

No faltaba más. Casafuz Ducamp había llegado trayendo el freezer en una camioneta para restituirlo a la comisaría y fue rechazado por el sargento y el cabo. A juicio del jefe veterinario era una rebelión y un desacato y tenían que ser castigados.

A partir de ese momento, el jefe empezó a presionar al cabo Curbelo para que declarara presuntas irregularidades cometidas contra el comisario Bertullo. El cabo se negó y el día 12 de mayo, de madrugada, se sintió un balazo en la comisaría (carnicería) de Tres Bocas. El cabo fue encontrado en el piso bañado en sangre. Una bala le había atravesado el pecho. Las autoridades encontraron cuatro armas en la habitación e identifican el revólver Taurus Ntro. 896975 como el que usó, presuntamente, para darse muerte.

Este informe está fechado el 13 de mayo de 1998 y el 25 de mayo la química farmacéutica Marta Linder envió a la Policía Técnica el informe sobre las pruebas de parafina, donde se establece que no había rastros de pólvora en las manos del presunto suicida.

Tras recibir el informe de la química Linder, la Policía Técnica realizó comprobaciones y certificó:

"Adjunto al Oficio Nro. 59/98 de la Jefatura de Policía de Río Negro, se recibió en este laboratorio, con fecha 13/5/98, el siguiente material: dos moldes de parafina, uno de la mano derecha y otra de la mano izquierda tomadas al cabo Ricardo Curbelo.

Objeto de la pericia: Se trata de establecer la presencia de restos de deflagración de pólvora en los moldes remitidos.

Operaciones realizadas. A los fines aludidos se efectuaron las siguientes operaciones: se realizó el ensayo con difelamina sulfúrica para revelar restos de iones y nitrito, obteniéndose resultados negativos para ambos moldes.

Resultado: No se detectaron restos de deflagración de pólvora en los moldes remitidos".

 

Fue un asesinato

Los peritos de la Policía señalaron que Curbelo jamás pudo dispararse a sí mismo usando guantes, porque después de recibir el tiro tuvo que sacarse los guantes y esconderlos y ello no es posible, porque murió en el acto. Por consiguiente, si él se mató tenía que haber rastros de pólvora en su mano y tatuaje en el pecho. Nada de ello se comprobó y, en consecuencia, Curbelo fue asesinado.

Esto ocurría en mayo y recién en agosto el subjefe de Policía de Río Negro, Roberto Cáceres Moreno, remitió dicho informe al Juzgado, el cual lo recibió el 3 de setiembre, según consta en el expediente. Esa demora permitió que en agosto la fiscal ordenara el archivo del expediente, sin atender la resolución primaria del juez de que para dar vista fiscal se debería esperar todas las pericias técnicas, incluyendo la prueba de la parafina.

El caso fue notificado, con todos sus detalles a los diputados Doreen Ibarra y Marcos Abelenda, quienes acompañados por la viuda de Curbelo, se entrevistaron con el abogado Gonzalo Fernández, señalando la irregularidad cometida por la Jefatura que "perdió" durante tres meses la prueba técnica que demostraba que el cabo Curbelo no se había suicidado.

Meses después, los diputados Ibarra y Abelenda se reunían con el juez Barreda de Fray Bentos para presentarle el escrito y reclamar la reapertura del caso.

Culminaba así el primer año de lucha iniciada por María Mgdalena Morganti, viuda del cabo Curbelo, tratando de restablecer toda la verdad de lo sucedido. Ella nunca creyó en la versión del suicidio y durante un año golpeó todas las puertas, envió cartas al presidente de la República, Julio María Sanguinetti, al ex ministro del Interior, Luis Hierro López, al senador Pablo Millor y al diputado Ruben Díaz. Todos prometieron su apoyo, pero ya se habían sumergido en las campañas electorales y le dieron la espalda a las denuncias porque sería negativo que todos esos hechos de corrupción salieran a luz justo en época electoral.

 
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