Poesía en acción
  LA GEFATURA DEL RINCON DE LAS GALLINAS HISTORIAS DE UN GALLO COLORAU
 

      Novela satírica en proceso... Respondiendo a Maria...La palabra Gefatura la tomé como lenguaje arcaico-una licencia literaria-antiguamente a la carabina se le decía Garabina, solo es un ejemplo...Gracias por visitar la página.

 
LA GEFATURA DEL RINCÓN DE LAS GALLINAS
HISTORIAS DE UN GALLO COLORAU
 
Hace mucho tiempo, tanto como para hacer voltear plumas a un gallo viejo. Acá al norte del río Negro vivía un gallo colorado muy pendenciero . Claro que sus pendencias eran de pico para afuera pues valor lo que se dice valor no tenía ni en la cresta. Por eso es que ladinamente vio la oportunidad de agenciarse un padrino en las elecciones. Tiempo le costó al mozo gallo elegir al padrino que lo protegiera, por ello iba y venía a la iglesia y a solas le pedía a Dios que lo iluminara y le indicara el mejor padrino. A él no le importaban gallinas, ni el garbo de los otros gallos, pues entendía que el poncho que más calentaba al gallinero era el del partido. Por eso cuando lo vio al “Dotor” hablando de política en el boliche le encantó. Fue un amor a primera vista. Este imponente dueño de la empresa de diligencias que transitaban los caminos polvorientos hacia Montevideo, era astuto y severo . Lo escudriñaba con los ojos, entonces el gallo volteaba la cresta y casi se dislocaba el ala para arrastrarla en el suelo señal de sumisión .Esto le encantaba al “Dotor”que rápidamente daba vuelta el mango y le daba un soberbio golpe con la sotera por los costillares.: ¡ Andá lambete ahijau ¡- le gritaba el “Dotor” y se bajaba a un golpe la ginebra pletórico de carcajadas. Así a base de sotera, abarajando migajas que el padrino le dejaba tiradas en el suelo para que picoteara, el gallo colorau fue llenando el buche. A veces hacia de compositor de los pingos del padrino pero debido a su subido peso, los dejaba medio sillón, por ello dejó que algún otro alcahuete se los preparara. A él le encantaba la frase del “Dotor”:” Este es mi querido departamento”. Frase que el padrino repetía en su campaña casi con los ojos arrasados por las lágrimas. Pero el “Dotor”pese a cumplir como regidor o Alcalde del Rincón de las Gallinas le importaba en mucho incrementar su capital, traer carruajes de la Nueva Inglaterra, comercializar con el Virrey, y luego meterle a todo lo que sea vicio. Por eso el gallo colorau probó todas las changas que el padrino le daba, desde la estaca, el manejo de tornaguías , hacer de Martín Pescador en la Tablada, etc. Era un trabajo sencillo éste. Estar parado en la matanza, indicando sólo con el pico el ritmo del trabajo. Para acá o para allá el destino de los cuartos traseros y delanteros, las cabezas y las ubres. A veces cerraba un ojo en la balanza y el comiso de algunas tripas que iban a parar al puchero de los troperos. Porque el padrino con los cueros nomás ya tenía suficiente ganancia, para tener ocupados cada uno de sus parientes y amigos. Pero el gallo colorau quería hacer carrera en aquella administración del Rincón de las Gallinas. Por eso en la primera de cambio se fue al humo al campamento de los troperos y mando a parar de lejos. Se le inflaron los mofletes y las verrugas de la cara cuando increpó a un carancho viejo que junto a un trafoguero daba vuelta con la chaira las tripas choteadas, bien doraditas.
_¡Esto es capital del padrino! – Le gritó, saliéndole a comprar los vicios al carancho que lo miró sorprendido.
-¡Sosegate muchacho! – le pidió el tropero. ¡Dejáte de bobadas y de padrino que a esto no lo va a llevar a la tumba ¡- El carancho viejo lentamente revolvió los rescoldos con una varita y se sentó a esperar el sonido de las gotas de grasas al caer del estreve al braserío. -¡Usted se manda a mudar ya mismo de la empresa! – Le gritó el gallo, dando vuelta el mango como hacía el padrino. Pero no llegó ni a arrimarse al carancho cuando éste con movimiento imperceptible le tizoneo las costillas y el lomo haciéndole perder un montón de plumas y emitir unos cocoroses de dolor. Llegaron entonces los cuarteros de la matanza y encontraron al carancho viejo sumido en cavilaciones y el plumerío colorau repartido en el rescoldo...
-¡Hay trabajo pa’rato en el Rincón!
-¡Lástima la patronal que no se arrima a churrasquear!- comentó un cuartero mirando las plumas tiradas en el rescoldo de reojo.
-¡Lástima!- comentó el carancho viejo.
 
 
                                         LUCHANDO CONTRA LOS BLANCOS
 
La hazaña de la Tablada le dejaron terribles huellas al Gallo colorau, andaba por la calle mayor mostrando los canutos. Pero por sobre eso lo que más le dejó fue experiencia. Por ello por un tiempo le esquivaba los mandados del padrino que lo llevaran a la Tablada. Tapaba el ojo controlando el ganado del “dotor”, se tomaba bien su tiempo, sacándole garrapata por garrapatas de las verijas y las ubres de las reses. Le masajeaba la panza a los “entrevau” y los correteaba en la pista para bajarles los gases. Con ello se reencontró con su viejo oficio de curandero de bichos. Luego de una de esas tardes bien ajetreadas, se colocaba el saquito gris, se enderezaba la cresta y los canutos y marchaba para el Club. Mientras gargareaba algún aperitivo, llenaba el pico con alharacas de curas santas pues había salvado diez vaquillonas del padrino, tres vacas que malparían, a un toro pampa le arremangó el ojo donde tenía un cáncer que lo iba dejando ciego de a poquito. Historias éstas de las cuales no tenía ningún testigo, por suerte, pues la peonada de la Cicuta –estancia del “dotor”- no participaba del Club. Esto calaba en los presentes como una lezna,y algunos de jodones nomás comenzaron a llamarlo “dotorcito”.Esto le encantaba al gallo colorau que en cada mitin se colocaba al lado del padrino arrimándole unos mates dulces misturados con menta para ayudarle en la digestión. Pues según él, el padrino sí que tiene buen apetito. En definitiva por estos carriles sendereaban los grandes temas del Rincón de las Gallinas. Desde el Cabildo hasta el boliche alejado de la historia, trenzaban hechos ajenos para sentirlos como propio. Campeaba la pechugada del General Rivera cuando con muchos caballos y pocos soldados había hecho un desbande entre los portugueses. Pero ocultaban que muchos de esos soldados corridos sólo por caballos habíanse guarecidos en los montes donde engendraron hijos con chinas orientalas que luego fueron a afincarse en las barrancas del Rincón de las Gallinas. Por eso era tabú expulgar los linajes de los habitantes del Rincón, por ahí se encontraba con algún truco no querido. De ahí que los tatuces, comadrejas, y hurones que se arrimaban a cualquier contienda se conformaban con expedir unos ronquidos y unos gruñidos para volver satisfechos a sus nidadas. Por eso la revolución de Timoteo, y las civiles sólo llegaron en hocicos de cantores y aprendices de revolucionarios que apetizando matungos llegaban con “Jesús en la boca”...Cuando se sentían cercanas las fusilerías tanto el padrino como el ahijado ganaban distancia en busca de conocimiento, o mejoras para la villa. Por lo menos esto estaba presente en el nuevo discurso: ¡Ciudadanos de mi querido Departamento...!- decía el “Dotor”, en la puerta del boliche en un tinglado improvisado. “...hemos ganado éste duro combate, y ahora nos espera la prosperidad...”Mientras el gallo colorau revisaba detenidamente el caballo del padrino retirándole con diestros picotazos, cuanto ácaro que encontraba. Por lo menos mientras duró la campaña política esa fue la misión. Le revisaba las verijas, al mancarrón, la tabla del pescuezo, le espantaba con una ramita de chirca las moscas del cuerno y así changaba de mitin en mitin.
En uno de esos actos proselitistas fue que conoció a Tito Pirango. Por cierto Tito Pirango lo conoció a él desparramado en el piso de un rancho. Es que encontrándose enfrascado   en su misión de atender profesionalmente el pingo del padrino fue requerido para parturiar una tatuza. Todos por cierto lo acompañaron pues cuando hay una madre tatuza por medio hay hijos para rato, por lo menos nones, El gallo colorau arrancó a trancos largos llegaba la hora de mostrar su oficio y que mejor que haciendo llegar al mundo nuevos votantes para el Rincón de las Gallinas. Ya adentro del rancho la hembra era atendida por su solícito marido, Mendoza un tatú brilloso y peludo. En cuando vio al doctorcito se abrió para darle lugar. Sobre el camastro temblaba la tatuza. No hubo “aidemí”, pues cuando salió el primer tatucito blanco, de igual color se puso el gallo colorau y cayó redondo impresionado, pues aquellos tatucitos parecían “aparecidos”. Fue allí que agarrando volada Tito Pirango un armadillo bigotudo y panzón que había pedido posada al Tatú a quien conocía de algunas correrías en filas de Galarza. Por eso ver sangre, ver cristianos blancos o colorados, aparecidos o no luego de tantas guerras ya ni importaban para Tito Pirango y uno a uno fue recibiendo a los tatucitos y envolviéndolos en su poncho colorado. Más trabajo le costó atender al doctorcito, claro que sin ningún miramiento le arrojo un tarro de agua por la cresta y el pico y se recostó nuevamente a sestear. El gallo colorau en cuanto salió todo desplumado y húmedo, fue ovacionado. Lo llevaron en ancas hasta el boliche y allí repetía tontamente: ¡Conté hasta cinco blancos, cinco bien blancos!
 
 
                               TODO SEA POR EL PARTIDO
 
Desde aquel momento en que asistieran a la mamá tatuza se acrecentó la fama del Doctorcito y ya el padrino en el club pasándole un brazo por los hombros le pedía: “Contáte algunas de tus historias ahijau””Dale nu seas humilde enseñale a estos salvajes lo que es la cencia””¡noverdá!”
La administración del Doctor era sencilla, el cobraba por cada charque que llegaba o salía, por cada buque fuera de la bandera que fuera que pidiera permiso para amarrarse al muelle,(mientras no fuera un “bandeirante” de la familia) por las tornaguías de todos los frutos que se negociaran. Estos impuestos el lo volcaba en buenos caminos para sus diligencias, y en los sueldos de sus empleados compadres todos por supuestos. Un buen día le dijo a su ahijado te voy a dar una changa de tiempo completo. Vas a tener que controlarme los impuestos de carcelaje, por cada andante que come en el caldero, por cada preso blanco y por cada preso negro. Te voy a enseñar cuantos reales y centésimos
vale cada cual . Lo mismo aplicarás todo impuesto por carrada de carbón, leña o arena y de pasada repasás las multas de los que tostan maní en la vereda o sacan los braseros para afuera de las casas. Esta changa fue un verdadero trabajo para el Gallo colorau, que le llevó sudor y sangre y alguna correteada por las veredas esquivando el braserío. Pero el se conformaba con ser útil al partido y al padrino. “No hay mejor rescoldo que el poncho del partido”-pensaba sólo en la pieza-.
Tan lindo le fue en su nuevo oficio que agrandó el "matambre" del lomo y hasta empezó a visitar un corralito de las afueras echándole el ojo a una bataraza. Fue la rareza que vio la villa, al mofletudo gallo colorau entrando de las alas a los coscoroses a la Iglesia con la bataraza vestida de novia. De ahí en más lo vieron pegaditos hasta en el trabajo juntando pico con pico. Duró el romance tanto como manteca en hocico de perro. Fue el padrino que lo llamó una noche a su casa, le dio una ginebra, lo miró recto a los ojos y le dijo: ¡ Esta mujer no te sirve! ¡No es pa’vos! ¡Testá arruinando la carrera política!¡ Lo más lindo que por ella estás descuidando la administración del partido! ¡ Vos sos un bruto gallo colorau de pura cepa, no servís pa’los arrumacos!-le dijo de un sopetón,y luego añadió sensualmente...-Vos estás llamado a ser importante...
-¡...pero padrino...!
-¡Pero nada! ¡Mañana vamos pa’las cuadreras tomá llevate esta bolsa de raciones pal pata fina y olvidáte de la pollera!
Así amaneció el Gallo colorau divorciado, dándole de comer maices al pata fina del “Dotor”, picoteando alguna que otra semilla que le robaba mientras vigilaba de reojo.
Luego comentó en el club: -¡Nosotros estamos casados con la divisa hermano!
Un par de teru-terus lo miraban en silencio. Un ganso chueco repartía mate y tragos a la reunión. Trincados alrededor de una mesa “orejeaban” un “tute”,un zorrino, un aguará, una mulita y un zorro; mientras le daban besos largos al porrón de ginebra.
 
 
                      LOS INSUCESOS COMO GEFE POLÍTICO DEL RINCÓN
 
Aquella mañana amaneció con llovizna rabiosa. El gallo colorau arregló el trafoguero y ensilló un mate para el padrino. El “Dotor” se recordó con los sumos de la juerga pasada, taba, ginebra y orejones, le habían dejado un gusto a resaca en los paladares. Todavía que sólo pitaba de lejo en lejo sino....
-¡Vení sentate aquí a mi lau!- le señaló un jergón en el suelo al gallo, que cocleando se quedó. -¡El partido me reclama pa’ aministrar una empresa enorme!-comentó el dotor.-¡De ella depende el futuro de toda la banda orientala, del paísito!¡Noverdá!¡Te imaginás todas las calles llenas de lucerío, las noches como si fueran día!¡Noverdá! ¡Te lo podés imaginar ahijau!-Claro que el gallo no podía, en la villa a no ser por las fogastas prendidas en las esquinas que al pitazo del guardia civil se apagaban, sólo brillaban los tulipanes y las luciérnagas. ¿Estaría loco el padrino, o todavía con un empape de ginebra?-¡Tome un mate padrino y después seguimos!-se atrevió a decir en tono conciliador.¡Silencio ahijau que la mano viene seria!¡No ve que todo está al alcance de la mano,la luz viene de la llama y ésta de los candiles y velas hecha con grasa!-hizo un silencio para darle la importancia necesaria al asunto y agregó: -ahora el Estau me manda a regentear la fábrica de grasa y velas pa’inundar el mercau del producto.¿Noverdad? Ya veníamos sufriendo por culpa destos blancos bárbaros que por poco han fundido el país y casi no había velas cuando se murió don Salustro héroe déste bendito pueblo, que fue el primero en cavar un pozo pa’tomar agua ,sino hastora estaríamos trayendo barriles del río. Por eso ahijau yo a usté le voy a dejar la Gefatura que es hasta el momento la que no genera gasto y cobra más impuesto que el Cabildo. A partir deste momento usté es Gefe Político del Rincón de las Gallinas. ¡Noverdá! Se le van a dar treinta vacantes de guardias rurales con caballos, eso sí que todos los caballos sean colorau.¡Ni bayos, ni blancos, ni rosillos, los quieros tuitos del mismo pelo: colorau! Yo le voy a dar la táctica y la órden de reclutamiento. Algunos deberán ser voluntarios y otros por órden superior, le va ser mediciones del grosor del cogote, del ancho e’l lomo y el tamaño de la pata . Clasificau en eso no importa si leen, dibujan el nombre o ponen sólo el dedo. Yo cada tanto me viá dar una vueltita por las tabeadas y las riñas de gallos, si usté tiene algunas consultas me las arrima.¿noverdá? ¡Pero con semejante ahijau no creo que tenga problemas pa’plantearme. ¿noverdá?
-¡Ta’clarito padrino!-clocleó el gallo quedando ensimismado en sus pensamientos, arrumbado en el jergón viejo en medio de la humareda de la cocina de la Cicuta. Si supervisar la Cicuta, donde el padrino tenía la hacienda, la caballada y las diligencias era conflictiva; manejar el corralón de la Gefatura se le hacía un trabajo bárbaro. Apareció en la mañana todo “tajeau”en los cachetes al afeitarse para estar presentable en su trabajo. En la puerta del corralón lo recibió un Cabo adelantado, a medio vestir y arrastrando las latas. Era un polianguito bayano bastante bruto, que sólo realizaba la tarea de abrir y cerrar el portón. En la Alcaidía encontró durmiendo con las botas sobre un pupitre al Alférez de turno, un lagarto cachetón con una casaquilla de campaña arrugada. Un par de cicatrices de un jemen, relucían en la panza del bicho. Eso sí , portaba un quepí del ejército artiguista. El nuevo Gefe vio el montón de lanzas con distintas divisas abandonadas en un rincón y colgando de un gancho unos tres o cuatro sables de caballería. Resignado se fue para las caballerizas, a éstas las conocía bien desde cuando compositiaba el parejero del padrino. Allí estaban los caballos entecos y sumidos, a los cuales la milicada los había “cerdeau” para truequear en el boliche por los vicios. No encontró ni una herradura, y el caballete de guasquerío y aperos estaba casi vacio. Pero lo que más le dolió y lo transformó en leva, fue encontrar en el stud un tordillo blanco. Pegó un cocoreo agudo que habrá sido lo más auténtico de su vida. Los primero que aparecieron en el patio fue un par de cuzcos falderos llenos de alharacas, un gato pajero y tres loros barranqueros que revolotearon gritando: -¿le cebo unos mates?¿le cebo unos mates? Al rato apareció el Alférez con paso cansino.-¿Ta’lora el rancho patrón?- le interrogó el Alférez. Para él era natural que hubiera un nuevo mandamás. Los patrones de la Gefatura iban y venían con cada golpe de la divisa.
-¡Que rancho ni que ocho cuartos, ya mismo me le da el raje al tordillo! ¡No quiero que un blanco holgazonee a costilla de las rentas del estau!- el alférez, lagarto viejo se le arrimó despacio y le susurró al oido: -¡Che gallo mirá que ‘l potro es una lus en los cuatrocientos metros!¡ Pa’la penca del Hercolano nu’ay quien le gane!-cambió inmediatamente la actitud del Gallo Colorau.
-¡Ta’bien judialo nomás a éste blanco en las carreras, debemos hacerlo trabajar pa’l Estau!- así quedó sanjada la cuestión del tordillo, lo demás ya es otra historia.
 
                                       EL CUERPO DEL DELITO
 
     El nuevo Gefe Político del Rincón de las Gallinas hizo formar a sus oficiales y con una aflautada voz los arengó, sobre la mística del Rincón , los deseos del superior gobierno, hablándole de austeridad y celo en la profesión en procura de la protección de los derechos de los habitantes de la Villa. Cosas que la milicada no entendía ni medio, y algunos comenzaron a escupirse las manos , frotándolas; preguntándole con los ojos a quien debía darle mango...”es necesario que cada uno y cada cual cumpla con la misión asignada, les recomiendo además a un carancho ladino, tropero y ventajista sin más señas, también quiero que me vigilen al turco cambista de la plaza principal que no colabora con el partido ni se ha prestau a arrimar unas brasadas de leñas pa’l asau del padrino. Si llaman de la Estancia la Cicuta deanlé importancia ,capaz se a atracau alguna yunta de bueyes o hay que cambear alguna rueda de diligencia o remendar algún carruaje y hay que ponerle el hombro. Por encima de la barranca suele merodear una torcaza picapleitos , conventiyera , y sin yel, que anda poniendo de punta por cualquier cosa con la autoridad, esta señora: (cambio la inflexión de la voz del Gallo retorciendo los ojos por encima de los lentes) repito esta señora: no es bien vista en ésta Administración y yegó la hora de que se le recorte las alas...”- Allí el Gefe dio por terminada la reunión no sin antes exhortar a su oficialidad a continuar por la senda del bien público. Senda del bien público que era expulgar estancias , herrerías, curtiembres, pulperías volantes, tahonas, y un a lista interminable de comercios del Rincón de las Gallinas.Don Gallo colorau se apoltronó en un cuarto que antes había sido usado de alacena para embutidos, chorizos en ristra, panzetas, y cuartirolos. Desde allí vigilaría el corralón y cumpliría el mandado del padrino. Llamó al Cabo Cuarto que resultó ser el poliango abreportones y con éste mando llamar al Alférez. Cuando sintió los tacos golpeando en el agujero de la puerta, le dijo a los dos: -¡ Ensillen y se recorren de punta a punta el rincón de las gallinas! ¡Tomen nota de cuanto vago , mamau, pendenciero, castiga-mujeres y lo arrean pa’cá que los vamos a dar de alta por orden superior!...¡Ah! ¡Pa’ vos poliango moreno a la vuelta te tengo una misión mejor , vas a quedar ascendido a cebador de mate pero como honorario, por que no podemos incrementar el presupuesto de gasto de la Gefatura!
Fue la primera faena del Gallo colorau al frente de la dependencia. Por eso se llenó el corralón de bicherío de todas layas. Había cururuses sobaquiadísimos, manos peladas raterasos, algún que otro gato montés timberos como ellos sólos, un tucu-tucu que sólo servía para campana en las tabiadas . Entre ellos manso y como aburrido, con la golilla estirada entre los ojos esperaba Tito Pirango. Era un tatú bigotudo pura cicatrices, con un chiripá descolorido, andrajoso y lleno de flechilla. En el momento que el Gallo Colorau se arrimó a la plaza de armas, el Alférez dio órden de atención a los efectos de esperar al superior. El polianguito de lambeta nomás le dio por pinchar a Tito Pirango con la lata que arrastraba, éste sin perder la compostura le dio cruze al negro, que lo sobró y de un revés lo durmió contra el piso. El Tatú Mendoza compadre de Tito Pirango, que había aparecido voluntario a formar fila para enlistarse, comentó: -¡lambéte que estás de guevo que pirango tiene más milicia que vos!- Pero el recién ascendido a Cebador de mate ya no lo sentía.
...”¡Estimados correligionarios ...!”- comenzó diciendo el jerarca.
“...ustedes serán investidos de lautoridá y repetarán las leyes del padrino y la constitución y la harán cumplir a raja tabla! ¡ Se les entregarán algunas pilchas otras deberán agenciárselas ustedes mismos, al igual que las garras y los aperos! ¡Usarán el armamento reglamentario que prontito va yegar!¡Tienen derecho a un pedazo e’charque y dos galletas diarias que en breve pasarán por la pulpería del padrino! ¡Cuando vayan a buscarla no se olviden que la milicia es atendida por la trastienda! ¡Les prometo que dende el arranque se harán serias gestiones ante el superior gobierno a fin de que destine algún carro pa’arrimar leña, una lechera y un guey manso! ¡Nada debemos esperar si no es de nosotros mismos!-(se oyó decir ésta frase el gallo colorau y se sorprendió gratamente).
Así se retiraron los recién reclutados a buscar ración en la taberna del “Dotor” y luego fueron a armar una trucada cuartelera.
-         ¡Ché poliango dale una vuelta a ese mate!¡Ah! ¡Si vas por la cocina traime un choclito asau!
 
 
                          EL DICHOSO CUERPO DEL DELITO
 
 
-¡Permiso mi comandante!- en la puerta se cuadró el Alférez.
-¡Hablá rápido pero no me traigas líos...!
-         Mire en la puerta ta don Ramón de la Estancia la Gallineta que dice que hace un rato encontró las tripas de uno de los carneros.¡Y ni rastrojo del bicho!
-         ¡Bueno tomá la cuadernola de las quejas y ponele todos los datos!¡Mandalo a Pirango con alguno pa’ que olfateen en la vuelta...! Después que despidas a Don Ramón enviale una chasque al padrino quia destar en la Cicuta, quiero tenerlo bien enterau de todo lo que pasa en el Rincón de las Gallinas.¡Perate un poquito!¡Bichate el cuero e’l carnero si ta con media lana encautalo pa’pelego!
-         ¡Enseguida patroncito!- se cuadró el Alférez, lamiéndose con el mandado ya encontraría él algo para pechar.
-         Así nomás salieron al tranco corto Tito Pirango y el Tatú de rabo de molle Mendoza, hacia la Gallineta.En la llegada nomás luego del recebimiento del perrerío, cerca de las poblaciones de la estancia, encontraron la cogotera, chinchulines y la panza. Unas huellas profundas y pezuñosas los internaron en unas grotas cercanas y allí hallarón el cuero del Merino, la cabeza con cuernos retorcidos fresquita aún. Fue sólo mirarse con el Tatú , que venteaba para el arroyo que tajeaba una loma bordeado de mataojos y sarandíes. Recorrieron al tranco largo mirando entre la espadaña, de tanto en tanto aparecían unas escarbadas entre las matas y alguna que otra dormidera. Al promediar el día, luego de analizar bosteadas, barriales y mugrerío llegaron a una nidada en un rancho casi aplastado contra el suelo caliente. Allí en unas cardas, bajo un espinudo coronilla mateaba un Jabalí. Cuando los representantes de la ley saludaron, ni siquiera mosqueó. Les señaló con el mate unos banquitos petizos de ceibo y siguió chupando el mate peludo de “guevo e’toro
-         ¡Tamos haciendo una investigación por la desaparición de un Merino!- le escupió Tito Pirango de “parau nomás”.
-         ¡Ajá!
-         ¡Vimos quel guellerío y catingaje viene pa’este rumbo!- agregó Mendoza que no sacaba la mano del mango.
-         -¡Por acá viene mucha gente rara, ya casi no se puede dormir tranquilo po’el tránsito!¡ Cualquier día cuadro el mono y me voy monte pa’dentro pa buscar más tranquilidá!- contestó pausadamente el porcino, rumeaba y movía los enormes colmillos como si fueran machetes afilados.
-         -¡Viá revisar el rancho!- le apuntó Tito, ya no era un pedido.
-         -¿Pa qué?
-         -¡Pa ver!
-         -¡Pase pero no me moleste el gurisito que ricién se quedó dormido!- como tirándose contra el suelo le pidió el “jabala”.
-         -¡Pasá vos y mirá ¡- le ordenó Tito Pirango al Tatú Mendoza. Este pasó al rancho mugriento y hediondo donde sobre una jerga y tapado por un poncho 8003 de bayeta colorada dormía el inocente. El Tatú se fue al humo en los rincones llenos de matas de paja. El jederío del merino estaba pero no se veían rastro del
-         carnero. Salió descorazonado Mendoza para afuera del rancho.
-         -¡Nuay...!
-         -¿Nuay qué?¿Olor?
-         -¡Olor hay por todos lados!¡Lo que nuay es merino!- el jabalí chupaba nuevamente el mate y le tiraba tinguiñazos a una mosca, entreteniéndose.
-         -¿Así que hay olor y un gurí dormido?- le preguntó Tito al Tatú , a lo cual éste asintió con un gesto.
-         -¿Viste alguna pezuña de gurí por ay en los alrededores déste rancho, por el bañau, acá en el patio, o ayí adentro Tatú dormido y ciego? –no terminó de decir eso cuando con un lazo con la armada y dos rollos envolvió al Jabalí que se venía en el aire. Luego de la sorpresa Mendoza comprendió que el gurí tapado con el poncho era el propio merino robado. Allí nomás le lustró a mangos el lomo al Jabalí. Casi a la rastra, y a los tientos llevaron el abigeo hasta la Gallineta. Cuando llegaron a la Jefatura con el retenido, el carnero, el cuero y las herramientas usadas, los recibió el polianguito portonero. Este aún le guardaba resabios a los compadres y a modo de rezongo, con fastidio hizo golpear los herrajes del portón. A la carrera llegó el Gallo Colorau perdiendo algunas plumas en la corrida.
-         -¡Nu sean brutos como van a traer atau a ese hombre!¡Que va a pensar el Alcalde!¿Nu ven que es una herejía lo que han hecho?- los compadres aflojaron la armada, se retiraron para la cocina a tomarse unos amargos. Los asuntos políticos no eran para ellos.
-         Estaban en eso bajo uno de los aleros del corralón cuando ventearon como se hacían las diligencias sumarias con el merino. El polianguito, el jabalí y el Alférez acarreaban brazadas de leña para la churrasquera del Doctorcito. Entonces el Tatú de rabo de molle Mendoza le comentó a Tito Pirango.¡Parece quel Gefesito decomisó el cuerpo del delito!
-         -¡Ajá ¡-fue el misero comentario del milico. Es que los mates bien “enyerbau”de los cuarteles tienen ese gustito que lo hacían abstraerse de las cosas mundanas.
 
 
                             PIRANGO EL INSUBORDINADO
 
El Gallo Colorau no se había olvidado de la historia del Carancho en la Tablada del Cabildo. En una de las tantas idas y vueltas del tropero se le presentó la oportunidad. Del norte del país el Carancho venía tropeando unas veinte vacas gordas para la tablada. De esto el Gallo se enteró por el dúo de loros , a quienes les faltaba alas para llevarle el dato al Gefe Gallo. Sí, era el momento de inspeccionarle la tropa al Carancho. Para ello eligió al Mano Pelada apodado Santoro. Individuo ventajero y chupista como él sólo. Venía “alejau de la divisa sanducera”; por hartero y enredista. Claro que según sus paisanos : “no tenía guevos ni pa’un candial”. Por eso en el mandado se lo dio de apadrinador a Tito Pirango. Así nomás sin muchos miramientos los mandó a buscar y les dio, galones de teniente al Manopelada y la jineta de cabo al Tito Pirango .”¡Esto es pa’que vayan protegidos siempre por la utoridad que invisten...!- y agregó-“¿Ahora me controlan a ese carancho resertor, las vacas y las papeletas! ¡Algo han de hallar carajo!
El Manopelada ni corto ni perezoso, se fue rápido a pedirle la táctica y el reglamento al Alférez lagarto. Los ojeo de derecho y de revés pero como no sabía ni leer, ni escribir se los ató a media espalda y salió a la plaza de armas dando órdenes y contraordenes. Al fin le ordenó a un Cururú que le ensillara un petizo. Tito Pirango mientras tanto con la golilla tapándole los ojos lo esperaba en el portalón. El sol ya se iba poniendo cuando en un bajío, los dos guardias se encontraron con el vaquerío que rondaba un ojo de agua. Achicando el sol en la sombra de un molle berruguiento las pastoreaba el carancho. A la primera ojeada Tito Pirango vio que era paisano el hombre . De esos que no andan con vueltas. El Teniente le apuró el petizo hasta las barbas, casi pisoteándole las garras al tropero y de arriba nomás lo increpó.
-         ¿ De quien son esas vacas?
-         ¡ Deay nomás del Mataojo!- casi al descuido como si conversara con él solo le contestó el tropero.
-         ¿ Trai Tornaguía y papeleta?
-         ¡ Efectivamente las traigo en la maleta!
-         ¡ Aver!- dijo el Manopelada bajándose del caballo yéndose directo a la maleta.
-         ¡ Perese un poquitito don no sea que lo pique una yarará ¡- apenas lo rozó con una ramita de tala al carancho, indicándole sólo con eso que no es cuestión de arrimar los chicharrones al fuego. Se le llenaron los ojos de odio al Manopelada pero aguantó el sosegate. Bichó los papeles y luego se quedó rumiando y manoseando la táctica . De repente le entró una euforia.
-         ¡Al fin te agarré, este ganau ta tuito orejano carajo!
-         ¡Vos tas loco todas las vacas tienen clarito la marca corazón con dos patitas! ¡Si no querés creer ...hacelas rondear nomás! Le aclaró el tropero enérgicamente.
-         Tito Pirango miraba extrañado la actitud del Teniente.
-         ¡No Carancho abusador y mandria; las marcas las tienen pero del lau del lazo y no del lau de montar como manda la ley! ¡Entregate resertor! – ya iba desenfundando el corbo el Manopelada cuando Tito Pirango le habló bajito: ¡Dejáte de joder Teniente! ¿ Acaso no sabés que a las vacas que le dan el último engorde pa’la carnicería,las marcan del lau del lazo, por tradición?¡Fijate en el porte y en la señal de las orejas! ¡No seas bruto que son de pedriguee! Este paisano es de ley no tenés por que ensuciarle la conduta...¡Vamosnó ¡-ordenó el milico viejo.-¡Hasta luego Don!- le dijo el cascarudo Pirango al tropero y arrancó en un trotecito sostenido. El Teniente no sabía que hacer ; si seguir insistiendo con las marcas o taparse de bicho. Eligió lo que parecía más seguro no era fácil enfrentarse a ese pico acerado que no vacilaría en destrozarle el vientre. Partió a revienta caballo para el corralón de la “Gefatura” a llevarle la lambetería al Gallo Colorau.
-         Tito Pirango fue recibido en el portón por su amigo Mendoza. Este recién llegado del franco había recibido la órden de arrestar al Cabo Pirango por insubordinado. Claro que previamente, sin decirle “agua va”le habían colocado las jinetas de Sargento para que pudiera tener más fuerza en el cumplimiento de la misión. El Tatú de rabo de molle y el Tatú carreta se entendieron sin hablar, total las órdenes de los “jacubinos “eran siempre iguales...cansado del trote Tito Pirango se arrumbó en el chiquito que hacía de chiquero para recorrer una buena siesta.
 
  Hoy habia 68257 visitantes (186465 clics a subpáginas) ¡Aqui en esta página!  
 
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis